miércoles, 20 de junio de 2012


AbriendoIdeas Relatos


Un Color

Por Gustavo E. Rosatto

 Dibujemos un contexto: la urbe. Una ciudad enmarcada por un arco iris en escala de grises. Perfiles definidos por juegos de sombras que se sumergen y se deslizan por el pavimento.  Ahora imaginemos en ese marco la presencia de un alma con color, no importa el tono, pero sí la sensación que desataría. Cómo actuaría ese contraste entre vida y muerte, cómo actuaría esa luz desbordando la inalterable regularidad. Cuan diferente se vería su silueta en los ojos de la costumbre. Existe.

Démosle una identidad al color, algo en que fijar un concepto más definido; llamémosle Violeta. Violeta vive, siente, piensa, intentando descifrar su esencia dentro de la mencionada medianía. Violeta encuentra su existencia distinta a la realidad, lo objetivo le resulta inaccesible, siendo ella misma la diferencia. Se entiende única, aunque en gran medida la obliguen a ello con miradas esquivas o exclusión. Pero ella no lo ve, sólo avanza. Violeta crece.

Violeta es rebelde, una rebeldía joven, guiada por sueños e ideas, más que por planes programados.  Violeta quiere conocer, pero también transformar. Sus ideales son puros, quiere contagiar el color que impregna su ser, no busca imponer, busca conquistar. Intenta darse un sentido, la misión a la que aspira todo humano, pero en su camino no existen más referencias que lo prestablecido y eso nunca parece suficiente. Violeta resplandece.

Indaga, busca y re-estructura, pero mientras tanto, la máquina de estereotipos sigue funcionando y el gris se expande.  Se agota y retoma energía, pero los ciclos se siguen reanudando al mismo ritmo que los prejuicios. Los dedos que señalan la debilitan. Ella creyó ver caras detrás de las caretas, sin embargo no eran más que sombras. Violeta parece oscurecer.

Violeta no se rinde, persiste en sus principios, ahora con la fuerza de la madurez. Ha vencido sus fantasmas y perdió el miedo a los monstruos que la circundaban. Violeta dibujó un camino para vivir. Se ha resignado a crear un mundo violeta, pero también se ha resignado a perder su identidad en un mundo donde la indefinición es la que hace perdurar los modelos. Donde el silencio es lo corriente y ella debe existir cómo un grito. Violeta sobrevive.

Violeta ya no fantasea con el destino o con crearse un porvenir, porque el tiempo es un rival mucho más duro que la ignorancia y está a punto de vencerla. Violeta cree en sí misma y en haber vivido una buena vida. Violeta se sabe fiel a su color, así como a la convicción de que en la diferencia se hallan las soluciones. Y que lo extraño lo es para aquellos que no pueden entender. Violeta muere.

¿Quién fue Violeta? ¿Fue una leyenda? ¿Un modelo a seguir? ¿Una innovación adelantada en el tiempo? ¿Una demostración de locura? ¿Un héroe aún no valorado? ¿Una rebelde sin causa o con causa? ¿Una ignorante que no pudo entender el sistema que la dominaba? ¿Una ráfaga de cambio o una simple molestia para lo predestinado? Tal vez sólo una ilusión de un soñador empedernido, pero Violeta fue, es y será Violeta.

Gustavo Eduardo Rosatto Copyright 2012

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