miércoles, 8 de agosto de 2012


AbriendoIdeas Relatos


Pensar un Fin 



Por Gustavo Eduardo Rosatto





- La espera te agota... 


- ¿Que me querés decir con eso?, si no hacés nada cuando esperás. 

- Exacto vos tenés un impulso que en la espera se agobia, todo se convierte en calma, pero una calma inactiva. Pensá en un joven y sus expectativas, pensá en la fuerza con que hace las cosas y diagrama sus sueños, ilusiones, que esperando, cuando llegan ya no son tales y el impulso se pierde. Lo que querían poco se parece a lo que consiguieron y los sueños son vanos recuerdos de su pasado, porque la espera los ha carcomido, los calmó, los durmió. Todo por esperar, en lugar de actuar en cuanto se tenga la chance. 

- No sos nada original, ya existe la frase “el que espera desespera”. Yo creo que el tiempo es el que te da sabiduría, la sucesión de momentos observados que se acumulan en la mente construyendo moralejas, consejos; conocimiento. 

- El tiempo es demasiado vil con el hombre, no sé por qué lo apreciás tanto. 

- Tal vez porque ya estoy viejo y prefiero tener consciencia de cada minuto, un sentimiento de aprovechar lo que queda. 

- Pero ese es el problema, el tiempo te arrastra a pensar en lo que queda. Desde que se nace el tiempo nos introduce en una carrera inevitable con una fecha de vencimiento para nuestras ilusiones. ¿Cuánto falta para hacer realidad un sueño? 

- ¿No es esa la gracia acaso?, la duda de si el tiempo alcanzará. 

- Pero no hay dudas, nunca será suficiente, el hombre se atreve a soñar más de lo que puede vivir. 

- Es que así siempre hay razones para vivir. 

- Quizás por ese pensamiento vos estás mirando por la ventana y yo parado en la cornisa. 

- Es que aún en tu supuesta calma admirás el riesgo, pero nada va saciar tu deseo de autodestrucción. Yo creo que lo que vos llamás calma es en realidad aburrimiento porque no te la jugás, los deseos los escondiste en tu coraza apocalíptica, deseas un fin del mundo porque decís no tener nada por lo que vivir. Pero el mundo se puede salvar. 

- ¿Salvarlo para quién? ¿para las neo-masas agitadas que sueñan con las utopías que dejaron de existir? O tal vez para los que sufren por monedas, los que se desviven por un sueldo y se agotan en deseos materiales inaccesibles. La humanidad cómo rasgo fue asaltada y pisoteada por luchas de derechos que eran en realidad guerras de dinero, de poder. 

- Vos elegís lo que querés ver 

- ¿no es eso el objeto de la existencia?, entender y construir una visión del mundo. 

- El hombre que critica las utopías se divierte ahora hablando de cosmovisiones. ¿No es algo hipócrita? 

- No, justamente es la diferencia entre adorar una mentira o buscar la verdad. En la utopía se desvive el hombre por alcanzar lo inalcanzable, lo irreal, pero quien logra entender el mundo es quién se acerca al significado de vivir. 

- Entonces vos apostás a vivir en la medianía, que sería del hombre sino hubiera soñado en grande. 

- Sería feliz, atento sólo a vivir de acuerdo a lo que realmente necesita. 

- Para eso están los animales. Si las utopías mueren, mueren las almas. 

- Pero es que ya murieron, se desvanecieron en la artificialidad del hombre contemporáneo. El sistema se devoró las almas. 

- Como si el hombre viviera en la consciencia de un sistema que lo apresa. Vive el día y por hay es cierto que no existen utopías, pero hay micro-utopías, soñar con cambiar nuestra vida y nuestro entorno. 

- A vos te compró el individualismo capitalista, ves que sólo somos alienaciones del sistema, donde pensar en grande termina siendo vivir en chico. 

- Entonces para vos todo está perdido. 




- Y sí, por eso estoy acá. 




- ¿Y por qué no saltás? 




- Espero el momento 


- Es decir que aún tenés una esperanza. 


- No, no, es sólo para sentir cómo el tiempo apoya mi decisión, siempre me corrió y cerca del final lo siento volar. 
 



Por Gustavo Eduardo Rosatto Copyright 2012



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